Otra metáfora para la salud. Equidad entre los géneros.
Del cuerpo venerado al cuerpo perdido

Esperanza Cerón V.
Colombia

Imaginemos por un momento que podemos viajar en el tiempo. Situarnos dentro de una caverna 20.000 años antes de nuestra era. Allí transcurre la vida de nuestros antepasados, hordas de alrededor de 20 a 30 personas de ambos sexos. Cazan animales, pero sobre todo recogen semillas y frutos. Cuando cazan animales éstos sangran hasta morir. Para dominarlos han debido ir perfeccionando instrumentos simulados a partir de la observación de la manera como entre sí, se atacan diferentes especies. Caza colectiva, animal que sangra y muere para que los humanos puedan alimentarse y sobrevivir.
Por qué razón las hembras humanas sangran sin que en ello se les vaya la vida? De hecho cuando dejan de sangrar, se hinchan como la luna llena y transcurridos nueve plenilunios nace otro de sus congéneres... Esas mismas hembras han ido desarrollando gran habilidad en su bipedalismo desde siglos anteriores, ya que deben dejar por más tiempo sus extremidades superiores libres, para poder sujetar a su criatura, al tiempo que huyen o recolectan semillas.
Por lo demás, éstas hembras han sido perfeccionando destrezas en el arte de machacar alimentos, que puedan ser tomados por los pequeños sin que se ahoguen.
Sin duda algunos hombres y mujeres de la época ya para entonces han fabricado sus primeros artefactos, que de ninguna manera fueron armas sino rudimentarios, pero efectivos envases para acarrear alimentos... e infantes.
Habilidades que para entonces constituían la diferencia esencial entre sobrevivir o no. Entre estar mejor alimentado o no, pero al mismo tiempo, entre ser más flexible a los bruscos cambios ambientales.
La supervivencia es un asunto colectivo. Aunque se hagan diferentes cosas en determinadas épocas del ciclo biológico, los seres primitivos integran el saber a la expresión artística, a la espiritualidad, a la técnica, a la vida en común, a la naturaleza. El saber y el actuar no son compartimentos estancos. El mundo está encantado. Si hubo una idea de la salud, debió ser connaturalmente la integración de todo lo anterior.
Los procesos de selección natural operan en virtud de adaptaciones, que oscilan ordinariamente entre la necesidad y el azar, juego en el que va construyéndose la inteligencia.
Devenir, en el que el rol de las mujeres fue particularmente crucial.
Reconocidos antropólogos como Tanner y Montagu, afirman que son "los retoños de madres lo bastante inteligentes como para encontrar, recolectar, premasticar y compartir con ellos suficientes alimentos, quienes tuvieron la ventaja selectiva.
Entre los sobrevivientes, son los niños y niñas más capacitados para aprender y mejorar las técnicas de sus madres, y los que al igual que ellas, están dispuestos a compartir, quienes a su turno tendrán la mayor probabilidad de vivir lo suficiente como para reproducirse".
También podemos notar que como todos los mamíferos, las hembras pasan largos momentos acunando la cría mientras ésta se alimenta. Vemos a una de estas abuelas lejanas, alelada observando cómo su bebé lacta, cómo se estremece su cuerpo de frío y ahora somos nosotros, voyeristas de ultratiempo, quienes la observamos reaccionar aprisionándole, y tal vez pensando de qué manera y con qué cubrirle... Esta abuela empieza a urdir con el paso de los días un lenguaje... Cómo saber exactamente qué le pasa, qué necesita esta criatura...? Un gesto suyo puede ser repetido por el bebé, algo así como sacar la lengua; de la misma manera, un sonido gutural repetido puede empezar a hacerle diferenciar a la cría una conducta predeterminada... El lenguajear, según Maturana, se consolida en la relación madre - criatura, a partir de una red sutil de emociones entretejidas.
Por lo demás, luego de dos o tres partos, la abuela ya ha aprendido lo esencial sobre el arte de parir, así que puede prestar ayuda a otras hembras. Con el paso del tiempo, acumulará más conocimientos sobre su ser. Por otro lado, los movimientos de los astros parecieran coincidir a veces con sus ciclos vitales... algunas sangran cuando cada vez que la luna empieza a adelgazar, otras cuando la luna se ha ido, otra cuando la luna vuelve...
Según André Leroi-Gourhan director del Centro de Estudios Prehistóricos y Protohistóricos de la Sorbona, nuestros parientes de Paleolítico "sabían que el mundo animal y humano se componía de mitades contrapuestas (masculina y femenina), y concebían que la unión de ambas regía la economía de los seres vivos".
La importancia de los sexos se encontraba ligada a una suerte de religión primitiva, que excavaciones posteriores, ratificaron asociada al culto a la hembra, a lo femenino.
A ese cuerpo de donde extrañamente emerge la nueva vida, esa entidad diferente que cíclicamente sangra y no muere; que como si fuera la luna, es capaz de redondearse en su preñez.
Las evidencias arqueológicas y sus nuevas interpretaciones, están allí para mostrarnos, de qué manera las conchas vulviformes, las figuras híbridas de mujer y animal, las llamadas Venus Paleolíticas y cientos de pinturas, ratifican que las primeras deidades, sin lugar a duda, fueron femeninas.
La religión según sabemos, ha sido la primera forma de comprensión del mundo, la cual funciona al tiempo como ciencia y como filosofía. Es desde el asombro y la espiritualidad como los seres humanos se autorrespetan, se identifican como "nosotros". Sin excepción estas primas religiones coinciden en explicarse el mundo como creado o devenido por un ser externo: El sol, la luna, el trueno, el fuego, un ser de las estrellas, etc. Cuando éstas deidades, en los orígenes, coinciden con el culto a la vida y todo lo que la preserve, la cuide; para el caso, lo que se asocia a la hembra; sus principios de cohesión, solidaridad y orden, estarán en consecuencia ligados por necesidad, al servicio del cuidado de la vida, al compartir, antes que al dominar.
No me detendré en la larga evolución de las religiones, ya que mi interés, por lo pronto, se centra fundamentalmente en mantener la atención alrededor de la tremenda apropiación del propio cuerpo que debieron experimentar por siglos las abuelas y abuelos. Particularmente las abuelas cuyos cuerpos más que el de sus compañeros, se asoció al cielo infinito, a los astros; pero también a la tierra de donde brotaban las semillas. Lentamente estas mujeres respetadas en su conocimiento, con quienes los abuelos compartían equitativamente la cotidianidad en la diferencia, fueron desarrollando una notable autoimagen y conocimiento, no solo de su fisiología, sino de diferentes maneras asociadas al mantenimiento de la vida, y por lo tanto a la salud propia, de sus crías y de otros miembros de la tribu.
La Doctora Rianne Eisler, en su famoso libro "El Cáliz y la Espada", hace una brillante radiografía de las sociedades gilanicas, es decir sociedades donde las diferencias entre hombres y mujeres, fueron aprovechadas para exaltar la belleza, la ciencia, la religión, las artes, y por supuesto la política. Dichas sociedades según los más recientes y extraordinarios hallazgos arqueológicos, existieron alrededor de la cuenca del Mediterráneo, el Egeo, y algunos de los más antiguos pueblos americanos y australianos. A lo mejor las hubo en otros lugares, ya que también hoy sabemos que no se puede hablar de una sola cuna de la civilización.
Una de sus principales características radicó en que todos sus esfuerzos colectivos, giraron alrededor de hacer más placentera la convivencia humana. Las huellas artísticas que han quedado plasmadas en la cerámica minoica, muestran una singular actitud desenfadada de los cuerpos de hombres y mujeres. Torsos altivos, miradas firmes, expresiones relajadas. Nada que ver con los retratos rígidos o enjutos del medioevo.
Hoy sabemos qué pueblos nórdicos empujados por las interglaciaciones, hambrientos y desplazados, transupusieron por la violencia, sobre estas sociedades, sus dioses masculinos que exaltaban la fuerza, y con ella a los símbolos que podían causar la muerte, como el rayo, el tridente, la macana. Que su imposición de siglos partió con la posesión de quienes justamente, significaban el misterio de la vida, es decir las mujeres, así como de la potestad sobre su descendencia.
Dicha subordinación, como suele suceder, no pudo de todos modos desaparecer la figura de las diosas, que terminaron convirtiéndose en las religiones actuales, en las vírgenes, veneradas sí, pero solo a partir de su condición de madres terrenales de los verdaderos dioses; esto en el mejor de los casos.
Por siglos - casi hasta alrededor de unos 700 años antes de nuestra era - la humanidad vivió su cuerpo, su sexualidad, y por lo tanto su salud de una manera natural. Entiéndase por ello, un largo aprendizaje de observación en el autocuidado. Posteriormente, de manera lenta y con intervalos se fueron construyendo y afirmando los perfiles patriarcales de la sociedad. Perfiles que significaron la subordinación de las mujeres, quienes amenazaban el nuevo poder.
Cuando la historia empezó a escribirse para lo que conocemos como civilización occidental, se borraron de las bibliotecas los nombres de aquellas mujeres cuya vida y obra contradecía el nuevo orden. Como por ejemplo Temistoclea quien enseñara a Pitágoras; Diótima, maestra de Sócrates; del movimiento de mujeres Atenienses y Griegas contra la guerra; se ignoró a Aspasia, compañera de Pericles quien fue académica y estadista, autora de la brillante instrucción cívica; no nos hablan de Areta de Cirence quien presidió la escuela de ciencias naturales más importantes de su época, en la cual se proclamaba "por un mundo sin amos ni esclavos". Tampoco nos hablan de Tabita, discípula de Jesús.
El conocimiento se fue arrancando a las mujeres lentamente, en la oficialidad cuando menos. A Sócrates se lo condenó a muerte por "corromper" a los jóvenes con ideas contra el poder de la razón, y por proponer entre otras educación igualitaria para hombre y mujeres.
A las mujeres, nuestras abuelas, se las fue reduciendo a los "gineceos", el harén, las cocinas y siglos más tarde a los conventos. Pero lo crucial, lo verdaderamente clave de esta subordinación, no se completaría, sino hasta el momento en que se condenó el cuerpo de la mujer.
Entre la esclavitud y la edad media, el cuerpo de las mujeres se fue tornando en objeto, se cosificó. Las mujeres fueron convertidas en objetos, decorativos en algunos casos, pero objetos al fin. La concepción de "varones imperfectos" o de "úteros andantes" cobró fuerza. Ya no eran ciudadanas, no podían ser propietarias, menos debían estudiar. Se cuestionó si tenían alma inmortal o no. Se afirmó que lo máximo que les podría pasar era el ser equiparadas a la naturaleza; y como ella, al decir de Descartes, debía ser conquistada, usada por la fuerza de ser preciso en beneficio de la civilización.
Qué de cosas debió pasarle a la autoimagen corporal de las mujeres, mitad de la humanidad, y por lo tanto a la salud física y mental de la humanidad entera!, En la Europa de la época incluso, se confinó el cuerpo, en especial el de las mujeres a kilos de ropas constreñidas, sin contar con la prohibición general del baño.
Si mi cuerpo es considerado objeto de pecado, si debo ocultar un ancestral conocimiento del mismo que solo le es permitido a los hombres, dos cosas con seguridad tienen que estar pasando: Una de ellas que las mujeres desarrollen formas de resistencia, tales como la que por centuria, obligaron a una vasta población como la china, a inventar un idioma secreto celosamente pasado de madres a hijas; o que resignadas se confinen a aceptar que son casi nada.
Se habla de cerca de seis millones de mujeres sacrificadas, en un espacio de tres siglos, acusadas de ser brujas. Léase yerbateras, curanderas, alquimistas o parteras, a quienes antes de asesinar se las tortura con crueldad, casi siempre pasando algún tipo de instrumento por sus vaginas o senos, a fin de arrancar los depósitos demoníacos. Debió ser ejemplificante para las no brujas de entonces, quienes aceptaron ante semejante despliegue de crueldad patriarcal de la Iglesia y el Estado, que lo mejor era no saber, o fingir no saber. Por suerte, si así puede llamársele, muchas mujeres adoptaron voluntariamente la vida monástica ante la posibilidad de aprender a leer y escribir, aunque ello implicare también flagelarse el cuerpo en el caso de que las hormonas campaneasen. También se encerraban voluntariamente para evitar matrimonios obligados, o en castigo por no aceptarlos.
Volviendo a la concepción integral de la salud de los mundos encantados, los siglos de subordinación de las mujeres han implicado negación de su cuerpo, negación de su sexualidad, negación de su condición de sujetos y exaltación como objetos, inequidad social, económica, política. Todo esto bajo el ejercicio de todas las formas de poder: La familia, la iglesia, la ciencia... La violencia física ha sido reforzada por la violencia del ocultamiento. No ser nombradas. No ser objetos de derecho alguno. Por supuesto, no deseo dejar la sensación de la mujer siempre víctima, porque la verdad es que las mujeres han estado, al igual que los pueblos de raza negra o indígenas, construyendo sus resistencias, sus otros micropoderes; y participando de la empresa humana en una proporción desvalorizada por las ideologías conservadoras, pero no por ello menos importante.
Al fin de cuentas, la historia no ha sido escrita por los negros, ni los indígenas, ni las mujeres. Tampoco los libros de anatomía, que afirman que el cuello del útero es prácticamente insensible porque posee baja inervación... como si sentir fuese cosa solo de arquitectura anatómica! Con éste argumento muchos médicos introducen espéculos como si fuesen palas.

La inequidad de genero: detrimento de la salud publica y del desarrollo

La salud ha sido por siempre indicador fuerte del nivel de desarrollo de los pueblos. La cultura patriarcal en algún momento de la historia instituyó que las mujeres debían recibir la pero ración alimenticia en cantidad y calidad. Es así como encontramos que las mujeres europeas, durante la crisis económica y agrícola de los siglos XVII al XVIII, no solo se hicieron más pequeñas, sino que sus ciclos de ovulación tendieron a aparecer hacia los 16 años de edad, contra el promedio de 13, solo tres siglos antes.
Pasar, así fuera en el curso de casi tres milenios, de la autonomía y creatividad social, de la veneración en equidad, al ámbito de lo privado, a lo innombrado, a lo minusválido; acarreó consecuencias desventajosas para los hombres, pero sobre todo a las mujeres, perdiendo desde luego la humanidad entera.
Por un lado, concentrar a las mujeres en lo doméstico las privó de la creatividad social, política, de la recreación, y las convirtió en consumidoras por excelencia. Por otro lado, liberó mano de obra masculina para que pudiese dedicarse a conducir, participar, producir, proveer; si bien lo privó de las asombrosas construcciones de lo elemental humano en el sentir, el cuidar, el dar.
Ella se educó para servir a otros posponiendo siempre lo propio para una última opción. Su sexualidad fue normatizada por el máximo patriarca que es el Estado - Iglesia, y su control inmediato, garantizado por los ciudadanos más cercanos: Padres, hermanos, esposo, sacerdote... Ella era el sentimiento caprichoso, la histeria, y como si fuese posible reducir la condición humana a un apéndice, es la supuesta envidia del pene... Ella era la debilidad, la que debía ser conducida.
El se educó para ser servido, cuidado, atendido en lo elemental a fin de poderse dedicar a lo que si era importante: Dominar la materia, la naturaleza, acumular, hacer ciencia... El era la razón pura, la sensatez, la objetividad. Quién más podía conducir el progreso?
Aunque hemos insistido en varias oportunidades en el lado oscuro de la influencia del pensamiento positivista, pocas veces se ha examinado desde el ángulo de la salud pública mundial. En el impacto que tuvo la dicotomización entre el cuerpo y el alma, máxime, cuando uno de estos cuerpos es por lo demás, convertido en simple objeto. Nuestra salud física se vio afectada, pero ni que decir de la salud mental.
Jugar el rígido juego de los roles sexuales nos ha privado a unos de la ternura, ya otras de la participación. Nos ha excluido a unas de los saberes públicos y a otros de los privados. Por esa vía nos hemos convertido, sin duda, en tiranas de lo privado y tiranos de lo público. Desviaciones que sumadas al desencantamiento de la vida, a la separación tajante entre el arte y la ciencia; a la exclusión mutua entre espiritualidad y desarrollo, entre humanismo y técnica; nos tienen hoy por hoy enfermos de desamor, pálidos de solidaridad, desnutridos de tolerancia, putrefactos de modelos de desarrollo. Todos y todas hemos perdido.
Pero no hemos enfermado solos. Hemos enfermado a la Gaia, como correspondía a algo que Areta de Cirence dijo hace casi tres milenios: Que somos una / uno con la madre tierra. Lo antinatural, ir contra la madre, se volvió natural y deseable. El androcentrismo ha sido realmente un "patriarco-centrismo". Hemos venido reproduciendo no solo los contenidos simbólicos, sino por supuesto, las relaciones de dominación en y hacia los cuerpos de las mujeres, los diferentes, la naturaleza...
Todos los agentes socializadores: La familia, la escuela, la universidad y los medios de comunicación; juran sobre lo sagrado por la igualdad pero reproducen la asimetría.
No hay inocencia en el mensaje impreso sobre las camisetas de una conocida marca de cerveza colombiana, que destaca la superioridad de la agria sobre las mujeres. "No se pone celosa si usted se toma otra", "si va usted a un bar, siempre puede levantarse una", "si se 'tira' una no le quitan la cabeza", "siempre cae fácil", "usted está seguro que es el primero en destaparla", Gracioso...? Tal vez. Pero no inocente. En la interioridad de ciertas mentes, mismos argumentos justifican la violencia intrafamiliar: Como a los animales, a las mujeres se les pega para domarlas, lo hemos escuchado en nuestro consultorio.
Mismos argumentos justifican la violación recurrente, por siglos, de las tropas vencedoras a las mujeres de los vencidos; a las niñas, adolescentes y adultas estupradas en primera instancia por sus propios padres biológicos, como lo indican las estadísticas en todo el mundo.
Argumentos semejantes, justifican que las mujeres de todas las edades, continúen alimentándose peor que sus parientes masculinos.
Que llevemos dos milenios naciendo con un pecado original, que según diría Teresa Valdés, es nacer ya con dos derechos humanos fundamentales violados: El de la igualdad y el de la oportunidad.
Pese ha haberse ejercido el control más extraordinario y sin antecedentes sobre el cuerpo femenino, o quizá por el mismo, en términos semióticos, la mujer es ante todo y fundamentalmente, un cuerpo. Erotizado de placer, gestación y afectos; da amor, apoyo emocional, pasión... Afectos que en tal caso se pueden normar y manipular, hay que "cumplir las obligaciones conyugales". Ni los textos legales ni médicos se refieren a los afectos, sin embargo, allí se esconde de un lado el mal llamado poder de las mujeres; y de otro lado justificación de las otras violencias, las de la invisibilidad social, la de los estereotipos.
Al mismo tiempo, los afectos, nuestra capacidad de entrega y compromiso emocional nos hacen vulnerables al dolor, a la manipulación, a la violencia (por proteger a los hijos somos capaces de aceptar todo, o casi todo..)". Allí sin duda radica nuestra debilidad pero también nuestra fortaleza. Millones de veces diariamente, las mujeres resisten silenciosamente a la pobreza, las dictaduras, a la guerra, el arrasamiento ambiental y cultural. También sin disparar un solo tiro, vienen protagonizando una revolución para recomponerse como sujetos de derechos.

Las mujeres, la salud y el desarrollo en cifras

Deseo referenciar a continuación algunos datos solamente a manera de ayuda, con el propósito de ubicarnos en el presente, y adentrarnos en la relación mujeres, salud y desarrollo.

  • En la población de 0 a 5 años, globalmente han disminuido las tasas de mortalidad, sin embargo, en América Latina y el Caribe, las niñas mueren más que los niños en 11 de los 19 países del área, siendo las causas la desnutrición, falta de inmunización y de atención oportuna. En realidad, detrás de esto están los aplazamientos culturales de las necesidades de las niñas.
  • En la adolescencia, los varones superan las tasas de mortalidad frente a las jovencitas en relación a causas violentas. Sin embargo, en Colombia y Brasil, las mujeres se suicidan mucho más que los jóvenes, y en toda la región los intentos de suicidio superan ampliamente al de los varones.
  • Las causas del suicidio se relacionan con maltrato, violaciones repetidas, embarazos indeseados y deprivación afectiva.
  • Estas jóvenes llegan malnutridas desde la infancia, y con el inicio de la menstruación, sus requerimientos de hierro aumentan, y se acentúan con los embarazos y lactancia.
  • En la población de 15 a 45 años, la diferencia en la morbi-mortalidad se relaciona con los procesos de reproducción. Los embarazos en edades extremas, el poco espaciamiento entre los mismos, la malnutrición proteica, ferropénica y en oligoelementos, crean condiciones de mayor vulnerabilidad.
  • La primera causa en la región de mortalidad materna es el aborto seguido de la toxemia, hemorragias y complicaciones del puerperio. De la misma manera, la mortalidad por cáncer del cuello uterino se asocia a las reinfecciones virales y otras venéreas, frecuentemente desapercibidas como tales. Sin contar las pérdidas energéticas derivadas de la sobrecarga de hormonas sintéticas, manipulaciones provocadas, abortos, prácticas empíricas de control, etc.
  • En el caso colombiano, los índices de violencia intrafamiliar constituyen la primera causa de morbimortalidad.
  • En la edad mediana y vejez, las mujeres sufren osteoporosis, problemas cardiovasculares y genito-urinarios. No obstante la investigación, prevención, diagnóstico y tratamiento en estas dos últimas patologías, se orienta fundamentalmente a la población masculina.
  • Las enfermedades cerebrovasculares afectan más a las mujeres en relación a hipertensión, obesidad, factores hormonales y uso de anticonceptivos orales durante la edad reproductiva.
  • Aquí se encuentran las mujeres más vulnerables física y económicamente de la sociedad.
  • Las mujeres producen en el tercer mundo más de la mitad de los alimentos que consumimos.
  • El conjunto de las acciones de atención primaria de la salud son efectivamente realizadas por las mujeres, en su mayoría madres, y ésto se ha calculado que puede significar hasta cuatro veces el valor mundial de lo invertido para el mismo efecto, desde los servicios formales de salud.
  • Las mujeres del mundo entero en promedio, trabajan alrededor de 16 horas diarias, repartidas en dobles o triples jornadas. El 90% de las mujeres trabaja en por lo menos una de estas jornada de los 365 días del año. La responsabilidad en la calle y entre casa es para ellas inaplazable, intransferible y múltiple; es decir, deben atender una gama de problemas muy variado a los que en general no pueden renunciar. Esto acarrea sobre cansancio, estrés, y una serie de sintomatología inespecífica que es roturada como diversas formas de histeria.
  • Las posibilidades de recreación de la mayor parte de las mujeres del tercer mundo que ya han constituido una familia, se circunscriben fundamentalmente a pasar unas horas frente a un aparato de televisión, es decir, de nuevo se encierran en casa.
  • La mayor parte de los pobres del mundo son mujeres, quienes por lo demás constituyen el 50% de la población migrante y el 70% de los desplazados en el mundo por diferentes formas de violencia.
  • Según las NU, 1 de cada cinco hogares en el mundo tienen a una mujer como única responsable, lo que muestra por los demás una disminución progresiva del tiempo libre. En Colombia, el promedio es de tres por cada 10 hogares.
  • El cuerpo femenino es el escenario privilegiado de experimentación médica, en lo que a aspectos de población se refieren. En lo que va corrido del siglo, es imponderable la yatrogenia causada sobre las mujeres sin que nadie responda penal ni socialmente por ello.
  • Está aun por investigar el peso cultural de la violencia médica contra el cuerpo de las mujeres. Expresiones lanzadas a una embarazada para ungirla en un examen físico de rutina a que se desnude: "Afánese, o quiere que le baje los pantalones con mi dedo gordo del pie". A una parturienta: "Apuesto que así no gritaba cuando lo estaba haciendo"... el voyerismo, los exámenes y cirugías innecesarios, la indelicadeza justificada en el supuesto antiseptismo médico; la negación del cupo a médicas aspirantes a cirugía, y por sobre todo, la incomunicación, la incomprensión de la historia de los roles, la carencia de una orientación con perspectivas de género, para entender, que la salud, esa que se supone es nuestra razón de ser médicos o médicas, también es la resultante de una construcción histórica y cultural antes que biológica, la cual no ha estado exenta de patriarcalismo.

La equidad de genero, una propuesta paradigmática para la salud y el desarrollo

El enfoque de género constituye un categoría política de análisis, propuesta desde diferentes tendencias dentro del movimiento social de mujeres; y que no significa nada distinto que tomar en cuenta, como se han construido socialmente los roles sexuales, y de qué manera han impactado el desarrollo humano en forma tan negativa, al cimentarse en una relación asimétrica y subordinada para las mujeres.
Proponemos desarrollar una perspectiva de género en la salud y la práctica médica, como opción, sin la cual no será posible un verdadero enfoque holístico.
La humanidad, hombres y mujeres independientemente de su opción sexual, constituyen la relación humana más fundamental y básica. Si aceptamos que somos sistema termodinámicamente abiertos y en interrelación con la Gaia y el universo; hay ante todo una interrelación esencial entre hombres y mujeres, independientemente de su naturaleza, que está enferma, ruidosa, basada en la subordinación.
La salud pública y la medicina social no pueden seguir ignorando esta asimetría, esta inequidad. Un nuevo paradigma debe ser formulado, y quienes trabajamos por la búsqueda de alternativas debemos ser enfáticos en no pasar por alto, la urgencia de recomponer esta relación básica con la otra mitad de la humanidad; o de lo contrario, no será posible la sostenibilidad del planeta.
Detrás de la reconstrucción de la relación en equidad entre hombres y mujeres, debe proyectarse la equidad en relación a cualquier otra diferencia de pensamiento, color, idioma, nacionalidad, opción sexual, etc.
Cuerpos y mentes de hombres y mujeres deben reconstruir sus diálogos interiores y exteriores. La prevención y la curación primera, deben orientarse a tratar con respeto, desde la diferencia sexual, hasta la que existe en amigdalitis de Pedro o la de María.
Quienes trabajamos en salud, es en la palabra salud donde debemos hacer el énfasis; y si de mujeres se trata, el acento no es para reproducir la idea social de lo que son las mujeres, sino para afrontar las relaciones de género como posibilidad creadora.

Del trinomio mujer, salud y desarrollo, al de genero, salud y desarrollo

En el reciente Foro Mundial, organizado por las Naciones Unidas en Beiging, las mujeres del mundo promovieron un cambio de enfoque, desde las tradicionales políticas que solo consideran nuestro rol reproductivo; hasta la adopción de una perspectiva de género, de modo que las desigualdades sean tomadas en cuenta, para aplicar discriminación positiva, si es el caso, pero sobre todo, para recrear desde la salud un nuevo tipo de relaciones entre hombres y mujeres.
A continuación señalamos las principales diferencias:

  1. El enfoque. En el primero, enfatiza la enfermedad ligada a la mujer como socializadora, y a cargo del cuidado de la salud de hijos, familia y comunidad. El segundo, entiende la salud como satisfactor integral de las necesidades humanas, develando las relaciones de poder y subordinación que subyacen en la división sexual del trabajo, y que causan asimetría en el ejercicio de los derechos en salud.
  2. El objetivo. En el primero es dirigir programas y servicios a las mujeres como grupo aislado, sobre todo para la salud materna y funciones reproductivas. En el segundo, el análisis está en las asimetrías para acceder a los servicios, recursos y conocimientos; así como a la manera como se relacionan las mujeres y los hombres en la demanda de promoción, protección y mantenimiento de la salud.
  3. El problema. Es visto por el primero como simple insuficiente cobertura, así como en la carencia de mayores conocimientos, por parte de las mujeres, para atender mejor a quienes cuida. Si al niño le da diarrea, o se cae, usted señora es la culpable. En el enfoque de género, el asunto es develar las relaciones de poder, subordinación y estereotipos sexistas que impiden a las mujeres ejercer poder sobre su salud.

Las metas del enfoque "mujer" se centran en mejorar su salud como inversión de capital, garantizando por esa vía la salud de su descendencia; facilitarle su inserción al trabajo y aumentar su eficiencia para desempeñar las funciones productivas y reproductivas. La meta en la segunda propuesta, está en reducir el desbalance de poder de acceso y uso de recursos y beneficios de la atención; desarrollando opciones autónomas de las mujeres para decidir sobre su vida, cuerpo y sexualidad.
La solución que propone la primera política, es integrar a las mujeres a los programas en marcha. Desde la perspectiva de género, la solución estará en el desarrollo de las mujeres como sujetos sociales, apropiadas de conocimiento, información y recursos; así como autovaloradas y reconocidas social, económica y políticamente.
Las estrategias en el primer caso, extienden cobertura, mejorar calidad en la educación de la mujer en función de su rol de madres y esposas. En el segundo caso, la estrategia es facultar a las mujeres para la promoción, protección y autocuidado de la salud; facilitarle mecanismos de participación y empoderamiento, de negociación entre sus organizaciones y las instituciones.
Quizá sea necesario finalmente poner el dedo en la llaga, hablar de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, como derechos esenciales a ser ejercidos de manera autónoma y soberana. Aquí subyacen los derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la libre opción sobre la maternidad, así como a disfrutar del sexo como placer, como salud, y como ejercicio de libertad.
Se habla incesantemente de la voluntad política de cambiar hacia la sostenibilidad de la vida del planeta, pero es menester hablar primero de sí misma o de sí mismo, como agentes de equidad y transformación. Es indispensable reconocer que el límite más inmediato de acción para quienes trabajamos en salud, es el planeta mismo, y que hombres y mujeres estamos aquí para complementarnos en la diferencia.

Bibliografía

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  2. FRITJOF CAPRA. El punto crucial, de Integra, 1985
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  4. RIANE, Eisler. El cáliz y la espada. Santiago de Chile : Cuatro Vientos, 1990
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