Focos dentales, bucales y maxilares. Saneamiento y terapia coadyuvante
A. Rost
Médico. Alemania
-- Congreso común de la Asociación Internacional de Homotoxicología y Terapia Antihomotóxica, la Asociación Internacional de Medicina Biológica y la Asociación Internacional de Bioelectrónica Vincent, celebrado los días 23 y 24 de octubre de 1976 en Baden-Baden, Alemania --
Introducción
Los focos y las enfermedades focales son una realidad a la que diariamente se enfrenta cualquier médico. Estos campos de interferencia permanentes bloquean el sistema de autorregulación del organismo, dependiendo del estado de este sistema la eficacia de una terapia biológica.
Por tanto, el médico puede tropezar, en un primer momento, con obstáculos que hacen vanos sus esfuerzos terapéuticos. En función de su experiencia clínica y terapéutica, el facultativo llega, antes o después, a la conclusión de la existencia de una enfermedad focal. Pero por sí solo no puede localizar con claridad la situación de estos focos. Para ello necesita la colaboración de otros especialistas, sobre todo del estomatólogo u odontólogo. Cuanto mejor sea esta colaboración, mayores éxitos se obtendrán en el tratamiento del enfermo crónico.
Concepto de foco y patogenia
En medicina, se entiende por foco un área de tejido crónicamente alterada, que induce y mantiene enfermedades generalizadas o afecciones localizadas lejos del foco.
Los focos cefálicos son los que tienen mayor importancia. ¿Por qué? Por una parte, en base a la naturaleza intrínseca de la región cefálica y, por otra, debido a la continua irritación mecánica a la que están sometidos los focos de la región maxilar.
Si pensamos, por ejemplo, que el hombre puede ejercer una presión masticatoria de hasta 80 kg, cada acto masticatorio debe necesariamente provocar una salida de toxinas del foco dental o maxilar.
La problemática de las enfermedades focales reside en el hecho de carecer de un conocimiento verdaderamente fundado de la relación entre foco y trastorno orgánico o enfermedad generalizada. Hasta ahora todas las teorías han sido, en el verdadero sentido de la palabra, sólo teorías. A continuación se ofrece una breve descripción de las mismas:
- Pässler (1909) pensaba en un proceso puramente bacteriano: una bacteriemia, una infección focal
- Slauk amplió este concepto al de toxicosis focal. Este autor supuso que estaban implicadas tanto las toxinas bacterianas como las no bacterianas
- Rosenow, Bottyan y otros introdujeron el concepto de alergia focal. Berger (1937) sospechaba que las toxinas bacterianas, como proteínas ajenas al organismo, y los endoalergenos, que se producen debido a una intensa destrucción tisular en focos inflamatorios circunscritos crónicos, inducen a reacciones alérgicas - hiperérgicas
- También se pensaba que se trataba de un proceso patológico neural. Con Ricker y Speransky se impuso el concepto de campo interferente neural
- También se atribuyó cierta importancia a los factores hormonales, concretamente ligados al sistema hipófisis - corteza suprarrenal. Según Selye, los efectos patológicos de diversos estímulos locales y generales (por ejemplo el estrés) dependen de la función de este sistema, en el cual las hormonas sintetizadas en la corteza suprarrenal controlan la adaptación o reacción de defensa del organismo
- En el marco de su electroacupuntura (EAV), Voll sitúa en un primer plano las relaciones energéticas entre el foco y los órganos
- Según Pischinger, un foco es un área de tejido crónicamente alterado, que encierra material orgánico e inorgánico no degradable. Todos los focos se sitúan en el tejido conectivo laxo o intersticial. En las inflamaciones crónicas, la respuesta defensiva del organismo no es suficiente para superar el proceso patológico. Las sustancias patológicas (bacterias, virus, sustancias tóxicas, proteínas patológicas, etc.) permanecen en los tejidos donde se desarrolla la regulación vegetativa básica. Los focos son una de las causas que más alteran esta regulación. Pischinger considera que los focos pueden desplegar su acción patológica a través de todas las vías de comunicación del sistema vegetativo. En un primer momento, el organismo intenta compensar estos factores de interferencia, pero a expensas de una parte de su capacidad defensiva. Por otra parte, también puede haber efectos sumatorios con otras noxas. Cuando se llega a este punto, la reacción del organismo depende de su constitución. Esto explica la diversidad de los sistemas atacados: sistema vascular, tejido conectivo y sistema nervioso.
En cualquier caso, los focos causan o mantienen la llamada disregulación. El hecho de que parte del sistema defensivo esté intentando compensar esta disregulación, hace que el organismo sea más susceptible, por ejemplo, a las infecciones.
Hasta la fecha no se ha podido establecer con seguridad cómo actúa un foco. Es probable que los trastornos provocados por focos puedan producirse de modo muy diverso. Raab expone en una tabla, modificada por Rost, las diversas posibilidades patogénicas de los focos.
El foco, como estado crónico inflamatorio o degenerativo, puede que no se manifieste clínica ni radiográficamente. Las alteraciones óseas visibles radiológicamente son consecuencia de una necrosis o gangrena de la pulpa dental, pudiendo ser estas afecciones consideradas como posibles focos. Toda inflamación local persistente puede tener efectos focales y, por ello, también una pulpitis crónica debe ser considerada como posible foco. Es una realidad que no podemos pasar por alto.
Una pulpitis crónica puede originarse por:
- Caries avanzada o caries secundaria
- Agentes químicos nocivos: por ejemplo, las obturaciones con materiales plásticos o silicatos no adecuados, sin proteger suficientemente la pulpa dental
- Sustancias cáusticas aplicadas localmente antes de una obturación
- Sobrecalentamiento durante el pulido incorrecto de un diente
- Traumatismo
- Granuloma interno
- Bolsas óseas profundas
- Vía hemática en enfermedades generales (difteria, septicemia, etc.)
El hecho de que una pulpitis crónica pueda tener tantas causas es realmente preocupante y puede resultarnos deprimente, pues no existe ninguna posibilidad de diagnóstico seguro en el caso de inflamaciones circunscritas a la pulpa dental.
Tabla 1. Tabla de Raab (modificada por Rost)
Alteraciones | Acciones focales |
1. Dientes con pulpa necrótica · sin obturación de la raíz · con obturación de la raíz · obturación parcial de la raíz | Detritus, proteolisis, sensibilización y alergización del organismo en su conjunto |
2. Afecciones provocadas por dientes con pulpa necrótica · parodontitis crónica apical · quiste radicular · afecciones odontógenas de los senos maxilares | Igual que en el caso anterior |
3. Estados anormales en segmentos de la mandíbula sin dientes · dientes impactados · odontomas · restos radiculares cicatrizados vitales · quistes foliculares · esclerosis · cuerpos extraños, incluidos implantes · osteítis maxilar | Inflamación crónica, material no biodegradable, campos interferentes neurales |
4. Gingivitis, parodontitis, bolsa gingival junto a la muela del juicio | Inflamación crónica, hiperreactividad vegetativa |
5. Corrosión de materiales metálicos en la cavidad oral, liberación de iones metálicos, carga eléctrica de materiales metálicos | Sensibilización a través de la formación de complejos metaloproteicos o a través de la tensión existente entre metales de diferente potencial eléctrico; campos interferentes neurales. |
6. Dientes vitales pero enfermos (alteraciones crónicas de la pulpa, inflamatorias o degenerativas) | Sensibilización de todo el organismo |
Ketterl realizó el examen histológico de la pulpa de 57 dientes vitales, sin caries, que habían sido tratados correctamente de 3 a 10 años antes. En el momento de la extracción, estos dientes estaban clínicamente sanos y funcionales. Los resultados fueron:
- Pulpas normales: 27
- Pulpas inflamadas: 26
- Pulpas con áreas necróticas: 4
Este fracaso del saneamiento focal nos lleva con seguridad a una inflamación crónica de la pulpa dental no reconocida por no ser reconocible.
En conclusión, cualquier diente con pulpitis crónica puede constituir un foco.
Son muchos los que creen que se puede llevar a cabo un tratamiento del canal radicular en dientes con la pulpa inflamada, necrosada o incluso gangrenada, excluyendo así el riesgo de la formación de un foco. Esta convicción se basa en un pensamiento puramente mecanicista. La posibilidad de una limpieza de todos los canales y canalículos laterales es pura fantasía.
Por otra parte, los materiales empleados en el tratamiento y obturación de la raíz pueden tener un efecto sensibilizante. A este respecto, Gasser señala que para la preparación de la obturación de los canales radiculares se emplean en rotal 200 diferentes medicamentos y materiales.
En resumen, debe tenerse en cuenta que:
- Todo diente con pulpa necrótica puede tener un foco, muestre o no la radiografía alteraciones óseas en su entorno
- Todo diente con obturación radicular puede tener un foco, incluso cuando la obturación aparezca íntegra en la radiografía
La eliminación del foco sólo es posible con la extracción del diente. Una apicotomía radicular no asegura la eliminación del foco.
Cuando se extrae un diente cuya zona periapical se encuentra crónicamente inflamada, sin proceder al saneamiento de la región ósea periapical, la osteítis puede continuar e incluso extenderse. Esta osteítis puede originarse también tras una extracción o intervención maxilar correcta, concretamente cuando existe una curación demasiado lenta debido a una depresión inmunitaria del organismo. Toda osteítis maxilar puede constituir un foco, pudiendo ser su diagnóstico tan difícil como el de la pulpitis crónica.
Los quistes representan otro grupo de alteraciones patológicas a nivel maxilar. Un quiste es una cavidad patológica llena de líquido y revestida de epitelio, que, lenta pero progresivamente, aumenta de tamaño a expensas de su entorno. Aunque la mayoría de los quistes son estériles, deberá procederse a su extirpación para eliminar posibles focos, pues en el quiste se produce continuamente una lisis proteica.
La posibilidad de que un diente distópico pueda constituir un foco se solía rechazar. Sin embargo, los exámenes histológicos de la pulpa de dientes distópicos que practiqué (1964), me llevaron a la conclusión de que los dientes distópicos también pueden constituir focos. Aunque esta afirmación fue cuestionada en un principio, posteriormente (1974), Posselt y Lorber, basándose también en exámenes histológicos, llegaron a la misma conclusión: los dientes impactados y los distópicos pueden constituir focos.
Alteraciones patológicas son consideradas también los llamados odontomas: conglomerados de varios dientes o formaciones odontoides.
Tienen también un cierto interés las alteraciones reactivas maxilares, como la deposición de cemento sobre la raíz dental, llamada hipercementosis, y los procesos escleróticos a nivel del hueso maxilar.
La hipercementosis la encontramos habitualmente en dientes desvitalizados. Como estos dientes son habitualmente extraídos, la hipercementosis resulta de poco interés. A veces, encontramos la hipercementosis en dientes aparentemente sanos. En estos casos se debe controlar cuidadosamente la vitalidad de estos dientes y sopesar la posibilidad de que puedan constituir un foco.
Otro tanto sucede con la esclerosis. No está claro cómo puede originarse en un maxilar con dientes sanos. Parece dudoso que exista una relación entre este tipo de alteraciones y un posible carácter focal. Por el contrario, las alteraciones escleróticas en torno a la raíz desvitalizada son de origen infeccioso y pueden constituir siempre un foco.
También es difícil diagnosticar con seguridad en el caso de reabsorciones en torno a raíces de dientes completamente intactos. En este caso es necesario hacer uso de todas las posibilidades de diagnóstico, a fin de no dañar al paciente.
Asimismo, en dientes externamente intactos (en general se trata de determinados dientes), podemos apreciar en la radiografía los llamados granulomas internos. Desconocemos cómo se originan estos granulomas, aunque sabemos muy bien que los dientes con granulomas internos pueden constituir un foco.
Por otra parte, toda inflamación crónica de partes blandas puede constituir un foco; sobre todo las bolsas gingivales y las óseas.
En general, suele olvidarse otra posible causa de foco: la presencia de diferentes metales en la cavidad bucal, tratándose por lo general de oro y amalgama.
Debido a la diferencia de potencial de los diferentes metales de la amalgama, se genera una corriente eléctrica que libera iones de mercurio de la misma, los cuales se unen a las proteínas. Schach averiguó que los iones de mercurio se unen a los grupos sulfhidrilo (-SH) de las moléculas proteicas, en particular a los grupos SH intradentales (humor de la dentina, líquido del tejido apical, sangre) y extradentales (saliva), formándose sulfuro de mercurio. Rheinwald atribuyó a las diferencias de potencial eléctrico de los diversos metales en la cavidad bucal una acción focal mayor que la de los procesos infecciosos. Münch y Kluczka también constataron los efectos focales de los diversos metales.
Diagnóstico de los focos
El diagnóstico del foco se inicia con una detallada anamnesis general. También se deberá dedicar una especial atención a la anamnesis alérgica.
Se realizará al paciente una ortopantomografía, pues sin ésta no se puede establecer un diagnóstico focal.
Además, en la inspección bucal, se prestará atención a la presencia de diferentes metales, a las cargas anómalas de uno o varios dientes, a las bolsas gingivales, etc. También se llevará a cabo un examen detallado de la vitalidad del diente, aunque sin sobrevalorar. La ausencia de reacción al estímulo frío no significa necesariamente que un diente tenga la pulpa necrótica; por otra parte, cuando un diente reacciona a estímulos eléctricos, no quiere decir que tenga vitalidad, ya que puede ser que presente una gangrena húmeda.
Dada la inseguridad del diagnóstico clínico, se han desarrollado diversos tests para tratar de localizar los focos, tanto activos como potenciales. Todos estos tests van siempre al final, y nunca al principio del diagnóstico. No sustituyen a ningún método clínico, sino que los complementan. Estos tests tampoco deberán inducirnos a buscar el foco activo entre varios focos. Los tests nos permiten conocer el estado momentáneo, pero el foco hoy potencial, puede ser mañana muy activo, y viceversa.
El saneamiento del foco sólo puede consistir en una completa y cuidadosa eliminación de todos aquellos procesos que pueden constituir focos. Todo lo demás es pura charlatanería y no sólo lleva a fracasos, sino que además contribuye a poner en duda todo lo concerniente a los focos.
Existen diversos tipos de test. Todos ellos son válidos si son empleados correctamente por un experto. Por tanto, estos tests sólo tienen sentido si se dominan.
Frecuencia de los focos dentales y maxilares
Las opiniones sobre la frecuencia de los focos dentales y maxilares son divergentes, tanto en cuanto a los posibles portadores como respecto al número de focos. A continuación hago referencia a dos estadísticas propias:
- Se examinaron los informes radiológicos completos (ortopantomografías) de 2.000 pacientes del Instituto Odontológico de la Universidad de Giessen (A. Rost). Tan sólo 488 pacientes poseían una dentadura sana (24,4%). Por tanto, 3 de cada 4 pacientes eran portadores de focos. En estos 1.512 portadores de focos se hallaron 5.331 dientes con pulpa necrótica, es decir, una media de 3,5 dientes desvitalizados por paciente. En algunos casos, el número de dientes con pulpa necrótica era superior a 15. A estos focos se sumaban otros focos potenciales, como 407 casos de osteitis, 227 residuos radiculares, 129 quistes, 353 dientes distópicos, 313 procesos escleróticos maxilares y 574 bolsas óseas profundas.
Por término medio, cada paciente tenía unos 5 focos potenciales o activos en dientes y maxilares. No se consideraron todas las sinusitis maxilares odontógenas, las inflamaciones crónicas y los procesos degenerativos dentales y maxilares no visibles en la radiografía, ni las irritaciones provocadas por materiales metálicos en la cavidad oral. Estas dos últimas posibilidades también subsisten en pacientes considerados como curados. - En una clínica de enfermedades vasculares de Bad Neuheim se analizaron 3.000 informes radiológicos (A. Rost y J. Rost). A estos pacientes se les recomendó un saneamiento de la dentadura antes de proceder al tratamiento. Es decir, el saneamiento de la dentadura era una condición previa para el tratamiento y, además, el estado de salud de la dentadura debía ser certificado por el dentista de cada paciente. Todos los pacientes presentaron el certificado requerido.
Las radiografías evidenciaron que sólo 945 pacientes poseían una dentadura sana, por tanto, menos de un tercio. Los 2.055 pacientes restantes presentaban en la radiografía 5.508 procesos sospechosos de constituir focos. El cuadro era aún más preocupante si se tenía en cuenta que los 3.000 pacientes tenían como media 12,5 dientes, frente a los 26 de los pacientes de Giessen.
Eliminación del foco
Las enfermedades también cambian de aspecto y de carácter a lo largo del tiempo. Hasta hace 25 años, al saneamiento focal le seguía, por regla general, la curación espontánea. En la actualidad, lo habitual es que tras la eliminación del foco, la enfermedad focal no se cure del todo. Seguramente entren en juego diversos factores, de los cuales el más importante es, probablemente, la alteración cíe la reactividad del hombre moderno. En cualquier caso, es una realidad que en la actualidad no es suficiente la eliminación del foco para hacer regresar la enfermedad inducida por el mismo. Se hace necesaria, por tanto, una terapia complementaria.
Tratamiento coadyuvante
En el saneamiento focal, la terapia coadyuvante se lleva a cabo en tres fases:
- Tratamiento previo al saneamiento focal. La eliminación de los focos activos sin un tratamiento preliminar es irresponsable. Se debe administrar regularmente un antibiótico como protección antidifusión antes de proceder al saneamiento focal. De esta forma, el cirujano se asegura una cobertura legal. El perito y el juez actuarán con mayor clemencia, si se ha hecho lo que había que hacer. Si algo va mal, el perito y el juez siempre preguntarán si se le ha administrado un antibiótico al paciente. En cambio, nunca preguntarán: ¿No se ha olvidado de administrar un medicamento homeopático?
¿Qué tipo de protección dará el antibiótico? Hoy sabemos que el proceso focal no es ningún proceso bacteriano, sino que se trata seguramente de un proceso tóxico - alérgico. El antibiótico no sólo es inútil, sino que además constituye un factor nocivo adicional para el organismo.
Emmerich Lang, gran conocedor de los antibióticos y sus efectos, escribió en su libro Antibioterapia lo siguiente:
«Toda terapia antibiótica constituye una grave interferencia en la ecología de la flora del organismo. Generalmente, se sobrevalora el papel del antibiótico en la curación de una infección, mientras que, por el contrario, no se presta la debida atención a los sistemas de defensa del propio organismo. Toda terapia antibiótica supone un compromiso entre el resultado esperado y el peligro de efectos colaterales».
Para la superación del trauma quirúrgico se necesita un organismo cuyos sistemas de defensa no estén, o adicionalmente resulten, dañados. Por tanto, lo deseable es reforzar o, en caso necesario, activar los sistemas defensivos. Con este propósito, los medicamentos homeopáticos han mostrado una especial eficacia.
Tres días antes de la intervención, se le administran al paciente 10 gotas de Traumeel 3 veces al día. El mismo día de la intervención, se le vuelven a administrar otras 10 gotas de Traumeel por la mañana. Este medicamento es una eficaz formulación de sustancias homeopáticas que hacen superar bien el trauma de la operación: Arnica, Calendula y Bellis perennis favorecen la cicatrización de heridas; Symphytum, la del tejido óseo e Hypericum, es específico de las lesiones del tejido nervioso. El componente Echinacea es muy importante para reforzar el sistema inmunitario general y la inmunidad biológica, así como para estimular la producción leucocitaria. - La extirpación del foco se debe realizar en el menor número posible de sesiones. Entre cada intervención individual, deberá transcurrir un intervalo al menos de 14 días, que es el periodo en el que pueden manifestarse eventuales alergias tardías.
Inmediatamente después de la intervención, se iniciará un tratamiento complementario. Un preparado protector óptimo es Engystol. A menudo, también se prescribe un medicamento homeopático de acción vascular.
Para la protección de los órganos debilitados o dañados por los focos se administrarán los medicamentos homeopáticos específicos. La elección de los mismos se hará en función del cuadro clínico.
Si tras la intervención sobreviene una infección con dolores o tumefacción, suceso raro, no es necesario recurrir inmediatamente a un antibiótico. Es mucho mejor realizar una inyección mixta (una sola vez) subcutánea con una ampolla de cada uno de los siguientes medicamentos: - Echinacea-Injeel forte
- Pyrogenium-Injeel
- Lachesis-Injeel
- El tratamiento postquirúrgico se prolongará hasta que haya concluido la cicatrización de la herida. Por lo general, tarda de 3 a 5 días. En el caso de pérdidas importantes de sustancia ósea, por heridas que se dejan abiertas en la cavidad oral, la cicatrización puede prolongarse por espacio de 14 días. La elección del medicamento homeopático se efectuará en base al cuadro clínico y a la evolución de la cicatrización. Para el lavado de la herida se ha comprobado la eficacia de una solución de Traumeel. Durante el periodo de cicatrización, los pacientes también deberán tomar Traumeel. No obstante, no existe una receta válida para todos los casos. El medicamento homeopático es un medicamento individual y requiere que el facultativo consulte más que un simple repertorio.
Después de la extracción de una amalgama hipersensibilizante, hay que proceder a un tratamiento de desensibilización. Para ello, se prescribirá una inyección semanal de amalgama homeopatizada (es decir, diluciones homeopáticas del tóxico responsable, técnica conocida en homeopatía como isoterapia).
Tampoco en este caso se puede renunciar a medicamentos protectores. Además de la amalgama, se puede administrar un drenador linfático y Traumeel como protector. No se debe administrar sólo la amalgama homeopatizada, pues podría provocar sensaciones muy molestas o agravación de la enfermedad orgánica.
Hemos intentado dar una idea de las numerosas posibilidades de focos dentales y maxilares, así como ofrecer, al mismo tiempo, propuestas para su saneamiento efectivo; Este campo es muy complejo y algunos puntos sólo se han citado. Sin embargo, de ello se desprende que son muchos los obstáculos existentes, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.
En la terapia focal, sólo es posible obtener buenos resultados si se establece una estrecha colaboración entre el médico y el odontólogo o estomatólogo. En caso de fracaso, ambos deben reflexionar: ¿Qué he omitido? ¿Qué cosa no he hecho con suficiente exactitud? Sólo así la terapia focal puede dar los resultados esperados.